Alejandro Martínez ha basado su trabajo artístico en el meticuloso estudio de un pigmento ancestral en la tradición pictórica de México: la grana cochinilla, de la cual ha logrado extraer quince colores. La pintura de este artista apela a la calma y meditación, es una evocación del sosegada del paisaje oaxaqueño expresado en los diferentes árboles que suele representar.
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